En el año 2011, el cierre puntual por obras de la autopista interestatal 405 de Los Ángeles se auguró como un desastre nacional. Desde los medios se alertaba a los ciudadanos del llamado Carmageddon, una «verdadera pesadilla», según decían, que supondría la privación temporal del coche en una sociedad adicta a las cuatro ruedas, un caos programado frente al cual se aconsejaba «quedarse en casa y ahorrar gasolina». Durante ese fin de semana, miles de personas se concentraron en la vida familiar, pasearon por sus barrios, montaron en bicicleta y, sobre todo, redujeron la velocidad de su vida cotidiana.
Durante un fin de semana, la 405 permaneció vacía de usos y usuarios. Una imagen de aquellos días delata la superficie desproporcionada que se dedica al tráfico rodado. El pasado viernes se celebró el Park(ing) Day, con restricciones a menor escala, pero igualmente útiles para la reflexión. Y es que en una sociedad demasiado acostumbrada al vehículo privado, el cambio de mentalidad pasa por ofrecer alternativas que hagan pensar al ciudadano. Opciones que conviertan la ciudad en un territorio más amable y adaptado a las necesidades reales de los usuarios. Porque en Palma, una ciudad pequeña y fácilmente transitable a pie, sobran (todos los) coches. Vaciarla, aunque sea de forma puntual, nos da la escala del espacio del que disponemos, nos permite ser creativos e inventar usos para un espacio normalmente saturado de máquinas. No nos ayuda, en definitiva, a entender por qué necesitamos recuperar el espacio urbano, democratizarlo e invertir la pirámide de movilidad actual.
Por eso el viernes, la Plaça del Carme fue una fiesta. 72 alumnos del CEIP Aina Moll se convirtieron en urbanistas para rediseñar un espacio que les (nos) pertenece. Plano en mano, cambiaron el habitual aparcamiento por una zona de juegos, de relación, de diversión y creatividad. Lo transformaron en un entorno seguro, limpio y algo menos ruidoso. Como conclusión unánime, pidieron al Ayuntamiento (representado por el regidor y la directora general de movilidad) que los coches no volviesen a la plaza.
El mismo sábado por la mañana, volvieron los coches, y el ruido, y el humo. Desaparecieron los niños, las plantas y el espacio público. Pero acciones como el Park(ing) Day (estamos muy muy seguros) son el inicio del buen camino, de aquella reflexión y de un modelo de ciudad por y para el ciudadano. Más imágenes AQUÍ