La comunidad. 8 de octubre de 2011

En la buhardilla del 13 Rue del Percebe vive Manolo, un pintor que se encuentra siempre acosado por sus acreedores. En el tercer piso encontramos a un patoso ladrón llamado Ceferino, que no parece poder dejar de robar cosas inútiles, y a su fastidiada esposa.  El apartamento contiguo lo ocupan una mujer y sus innumerables hijos pequeños, incorregiblemente traviesos. En el segundo piso habitan una anciana de la Sociedad Protectora de Animales que no deja de cambiar de mascota. En la puerta de al lado, trabaja infatigablemente un profesor loco especializado en crear monstruos. En el primer piso moran, a la izquierda, un veterinario no muy competente con una variopinta clientela. A la derecha, la mezquina dueña de una pensión continuamente superpoblada. Finalmente, en la planta baja, hallamos la tienda de ultramarinos de Don Senén y, a su lado, a la cotilla portera del edificio.

Pero en esta variopinta comunidad, todos los vecinos ocupan un espacio de idénticas características, a pesar de la inmensa diferencia que existe entre sus trabajos, sus aficiones o sus formas de vida.
Sin embargo, contamos con estrategias para que esto no ocurra, para que las viviendas de un mismo edificio se adapten a las necesidades de cada uno y, por tanto, nos hagan sentir más cómodos. La Unité d’Habitation, de Le Corbusier, Habitat 67, de Moshe Safadie, o el Silodam, de MVRDV, son algunos ejemplos de comunidades que engloban diferentes tipologías de vivienda.

Hoy, nuestros Arquitectives han diseñado un proyecto acorde a los requerimientos de familias muy especiales, aprovechando la luz, los espacios y la disposición de los volúmenes para construir una comunidad apta para todos los gustos.


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