La obra de Carlos Garaicoa nos inspira para explorar cómo la naturaleza y la ciudad se encuentran y se transforman mutuamente, cómo lo natural puede volver a habitar lo urbano y cómo los dos mundos pueden convivir en armonía.
Reflexionamos sobre el papel y el lugar de los árboles en la ciudad, pensando en ellos como símbolo de comunidad, en su equilibrio con lo urbano y en su capacidad de resistencia en medio del cemento. Una oportunidad para imaginar ciudades que crecen con raíces profundas y ramas que tocan el cielo.