Con la intención de humanizar los espacios dedicados a personas con problemas de salud mental, se nos encargó el diseño de un proyecto piloto de una sala de desescalada y confort emocional frente a las crisis.
La propuesta responde a la necesidad de contar con espacios que apuesten decididamente no solo por el confort terapéutico, sino también por el diseño como un elemento más que ayude a la recuperación de las personas.
El diseño, acompañado de un proceso participativo con familias, pacientes y profesionales de la salud mental, se ha basado en los principios de la neuroarquitectura y la psicología ambiental, incorporando estrategias de arquitectura saludable: Luz natural, materiales cálidos, mobiliario flexible y orgánico, vegetación y recursos sensoriales personalizables.
Todo ello garantiza un equilibrio entre seguridad y confort, que hace de la sala un espacio protegido y potenciador de la autonomía y el respecto a la dignidad de la persona.