Hace unas semanas terminamos nuestro segundo curso de formación a profesorado. Los alumnos de más de metro y medio entran a clase expectantes, curiosos y algo desconfiados. Les invitamos a cerrar los ojos, a imaginar y sentir el espacio como nunca lo hicieron antes, a darse cuenta de lo que ven pero a veces no miran, de lo que está, pero en ocasiones se les escapa. Les contamos que la arquitectura empieza ahí, en la percepción de lo que nos rodea. En la luz, las texturas, los sonidos, los olores, las emociones y los puntos de vista. En las sombras, los reflejos, el calor y la persona que tenemos al lado. Y todo eso, en paralelo a los libros, forma parte de la enseñanza y el desarrollo (físico, intelectual y emocional) de nuestros niños.
El curso que impartimos en el CEIP Porta des Moll lleva por título «Cómo construir espacios que educan». Actualmente, muchos colegios funcionan solo como contenedores, como habitáculos cerrados que el currículo de turno se encargará, con más o menos acierto, de llenar de contenidos. Durante los tres años que trabajé en el Instituto de Insfraestructuras Educativas de las Baleares, me dediqué, entre otras cosas, a resumir los reglamentos y bases técnicas para la construcción de centros educativos. Encontré muchos números (superficies de aula, ratios de alumnos, ancho mínimo de pasillos, número de inodoros por planta…), pero ninguna recomendación «inmaterial», ningún apartado que explicase la importancia de introducir el espacio físico como parte del aprendizaje y como soporte del crecimiento del niño. Más bien al contrario: un listado de normas, restricciones y prohibiciones que limitan las posibilidades de innovar, de potenciar la creatividad de alumnos y maestros con estructuras nuevos, espacios flexibles y diseños abiertos a la imaginación. Pero a pesar de todo, seguimos pensando que aquellos contenedores deben ser algo más que eso. Por eso hemos trabajado con diez docentes de Porta des Moll para convertir sus necesidades en respuestas. Basados en las propuestas de sus alumnos (ellos sí miden menos de uno cincuenta), hemos reinventado parte del patio, intentando acercarnos un poco más a los espacios educadores que queremos para nuestros pequeños ciudadanos.
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