A diferencia de la mayoría de ciudades de origen medieval, el casco histórico de Alcudia se mantiene acotado en su primer recinto amurallado, a pesar de las distintas y constantes dominaciones a las que se ve sometido. En su caso, el levantamiento de la muralla renacentista no responde al crecimiento urbano, sino a una mayor necesidad de defensa derivada de la posición ventajosa de la villa, punto neurálgico del comercio marítimo mallorquín.
A día de hoy, la consideración de Conjunto Histórico Artístico, otorgada en 1974, mantiene al cinturón medieval en perfectas condiciones. Peor suerte ha tenido la segunda fortificación, cuyos baluartes intentan sobrevivir convertidos en aparcamientos u ocupados por nuevas promociones residenciales.
Recintos amurallados de Alcudia (Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, 1980)
Coincidiendo con las fiestas del municipio, treinta exploradores se calzaron ayer las botas para conocer los secretos de su ciudad. Porque a pesar de caminarla a diario, pocos se habían parado a escuchar sus calles, oler sus plaza o “hacer cantar” al marés de sus muros, tal y como hacían los artesanos pedreros, golpeando los sillares para comprobar la calidad del material. Cual turistas en su propio terreno, encontraron sorprendentes detalles en las ventanas renacentistas, importadas por los nobles a su regreso de la capital, imaginaron las puertas derribadas e inventaron nuevos usos para los bastiones “olvidados”.
En un viaje rápido al presente, conocieron los materiales que han sustituido al marés en las construcciones contemporáneas, cómo han cambiado las formas y los conceptos… De qué manera la arquitectura actual reinterpreta estructuras tradicionales para convertirse, por ejemplo, en una nueva puerta del recinto.