Resultó que Teseo, a pesar de haber sido rescatado el verano anterior por intrépidos Arquitectives, volvió a meterse en el laberinto (estos hombres, que no aprenden). Frente a este panorama, una nueva cuadrilla de aventureros remprendió la peligrosa odisea, superando trampolines, puertas secretas y escaleras a ninguna parte. Ayudados únicamente por sus ovillos de lana, el tropel de valientes venció de nuevo al Minotauro (que sin saber cómo, se había recuperado del primer ataque), rescatando al reincidente Teseo de las fauces de la bestia. Y Atenas quedó liberada, por segunda vez, de todo mal y de todo castigo. Quieran los dioses que en esta ocasión, Teseo haya aprendido la lección.