Dicen que de una caja salieron todos los males del mundo. Nosotros no teníamos una caja, sino quinientas. Y no salió ningún mal, sino una instalación que nos recordó la necesidad de tomar ejemplo de los ciclos naturales, donde nada se tira. Una estructura que montamos con la ayuda de más de cien niños y niñas y que transformó, durante un tiempo, el patio de Can Balaguer.