La estructura actual del espacio urbano responde a las prioridades y jerarquías del sistema capitalista, por un lado, y a un orden androcéntrico y patriarcal, por otro, conceptos que actúan como homogeneizadores, aplicando soluciones simples a una realidad tan compleja como es la sociedad actual. De esta manera, la ciudad legitima y perpetua las desigualdades basadas en las relaciones tradicionales de poder, priorizando la producción sobre los cuidados, en gran manera realizados por mujeres.
El papel del urbanismo feminista es analizar estas desigualdades y proponer transformaciones que garanticen la igualdad de todas las personas, equilibrando las oportunidades en el territorio.
El objetivo de esta guía es poner a disposición de los equipos técnicos municipales una herramienta de referencia para el diseño de espacios públicos con perspectiva feminista, con el fin de que garanticen la seguridad y el bienestar de todas las personas, independientemente de su género, edad y condición.