Siguiendo con nuestro afán de convertirnos en edificios, los diez participantes del taller del pasado viernes volvieron a mimetizarse con la arquitectura contemporánea a través de sus envolventes.
Sumergidos en esta singular escenografía, aprendimos que, si escuchamos -y observamos- con atención, las fachadas nos cuentan a gritos todo lo que sucede en los entresijos de la ciudad y, con ello, quisimos proponerles un juego a nuestros arquitectives: Adivinar, a través de la ropa que luce una persona, qué tipo de edificio podría ser, qué uso tendría y quienes serían sus visitantes. ¿Juegas tú también?